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Expedición con el apoyo de la colegio de Sydney

America del Sur sin motor

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14 etapa - Jungla

fecha de inicio actividad pais lugar desde - hasta dias km km/ dia comentario
26.07.2013
caminando
Bolivia
Pelechuco - Queara
1
25
25
Paso 4700m
27.07.2013
caminando jungla
Parque Nacional Madidi
Queara - Tuichi
3.5
117
33
bajando en jungla desde 3500 hasta 900m
31.07.2013
caminando, bote
Tuichi - Apolo
2
49
24
carretera 4x4
02.08.2013
descansar
Apolo
1
0
0
esperando para el guía
03.08.2013
caminando jungla, bote
Parque Nacional Madidi
Apolo - San Jose
10
117
11
Caminando jungla con guía y machettas
13.08.2013
caminar; bote
San Jose - Rurrenabaque
2
87
43
15.08.2013
descansar
Rurrenabaque
1
0
0
total
20.5
370
18

Estoy sudando. Agarro con una mano mi machete. Aguanto la respiración. Allá donde mire solo veo grandes árboles, densa vegetación, todo muy verde, muy húmedo. Doy media vuelta porque oigo un ruido a mi izquierda... solo es una hoja que cae de un árbol. Ahora escucho algo a mi derecha, me da vergüenza reconocer que solo es el juego del Sol y sus sombras que se mueven por el viento. Más adelante, un pájaro loco sale de su escondite aleteando con fuerza dándome un susto de muerte.
Así fueron mis primeros momentos en solitario en la jungla. Tuve miedo. No se porqué, supongo que ante lo desconocido.

      Iba con extrema precaución. Calzaba botas altas para evitar las mordeduras de serpientes. Los ojos siempre bien abiertos, atento a cualquier movimiento. Cuando el camino se cerraba, primero ponía un palo entre las plantas, después mi pie. Caminaba con cuidado, gritando para espantar a los jaguares. Los indígenas me avisaron: “solitario es peligroso”, “no se puede cruzar el camino”, “muchas serpientes, jaguares y osos”.

Quería hacer el camino montado a caballo pero por diferentes motivos no pude. Así que caminé más solo que la una. Tiré millas y cuando llegué al último paso de montańa (4700 m) empecé a descender, adentrándome en el bosque cada vez más espeso y oscuro. El ambiente se hizo más cálido y húmedo. Estaba en la selva. La inquietud y el miedo me sobrevinieron. żA dónde voy? żQué carajo quiero demostrar? Sin embargo seguí caminando, luchando contra mi propio miedo.

Poco a poco el miedo se fue desvaneciendo. Mis sentidos empezaron a relajarse y dejaban de registrar cada ruidito. Me fui acostumbrando y adaptando al entorno. Aún así, por las tardes, en el campamento no soltaba el machete ni para cagar. Tal cual. Durante la noche dormía con él debajo de la almohada, mi buena amiga. Vi huellas de serpientes, dos arańas de gran tamańo, tenía picaduras de avispas y estaba rodeado de todos los mosquitos del mundo.    

      Tres días después llegué al primer pueblo: Mojos. La gente me preguntaba dónde estaba mi guía. No creían que fuera solo. Sus caras de sorpresa me dejaron la duda de si pensaban “oh, qué hombre más valiente!” o “de que psiquiátrico se ha escapado el loco este”. No sabían que iba preparado y que llevaba conmigo cosas que me facilitaban la travesía: descripción del camino en castellano y inglés, un mapa topográfico y un GPS. Sería muy tonto si me perdiese.

Cuando llegué a Tuichi respiré aliviado: ˇcivilización! Aquí estoy seguro. Pero ya lo dijo Hobbes: homo homini lupus. Este pueblo es una concentración de hombres enloquecidos por la fiebre del oro. Quise ir con ellos a ver como lo buscaban en el río pero eran muy desconfiados, empezaron a mirarme mal y yo solo tuve ganas de salir corriendo de allí. Desde aquí el camino es todo recto hasta Rurrenabaque -pensé. No sabía que me estaba equivocando...

Iba caminando tranquilamente pensando en mis cosas. Sol, una agradable brisa, el ruido relajante de un dulce arroyo, una vaca. Espera! żUna vaca? No puede ser, !esto no es una vaca! Me quedé quieto, sin hacer ruido mi mano buscaba el machete que llevaba colgando de la mochila sin perder de vista al animal. No sabía que hacer, esperaba un movimiento de la bestia. Nos separaban 100 metros. Al final no pasó nada, el gato me ignoró, subió por una colina y se esfumó. Esto fue suficiente para que soltara una carcajada, no sé si para aliviar la tensión pero había estado frente a frente de ˇun puma! En efecto era un lindo gatito pero de dos metros. Tengo mucha suerte encontrando animales salvajes. No sabía que hubiera pumas por aquí pero encontré uno en pleno día y no fue en las profundidades de la jungla sinó a un cuarto de hora del pueblo. Lástima que no pudiera verlo otra vez... aunque pensándolo bien, mejor así. Quien sabe lo que pudiera haber pasado.

Llegué a Apolo y empecé a investigar como llegar a Rurrenabaque. Acabé rápido el trabajo porque no encontré nada. Ningún tipo de información que me pudiera ayudar, ni en Google Earth, ni en las fotos aéreas vi ninguna carretera ni ningún pueblecito. ˇAllí no había nada! Decidí hacer una breve exploración sobre el terreno y descubrí un pequeńo camino pero que casi no se veía después de mucho tiempo sin ser pisado. La gente del pueblo intentó convencerme para que no fuera solo, pero para mí no sería la primera vez. Me advirtieron que los caballos no podrían pasar por allí. Tendría que hacerlo andando y el viaje se alargaría diez días más. Además solo había dos personas que se conocían el camino y uno se negó a ir conmigo, solo iría con un grupo más numeroso. El otro dijo Si, aunque su precio fue excesivo para las tarifas en Bolivia. Pero no me puedo quejar, fue caro pero muy valioso.

Durante los dos primeros días tenía la sensación que me estaban tomando el pelo. El camino parecía fácil, podía haberlo hecho yo solo. Pero el cuarto día cambié de opinión y dí gracias a Dios por ir acompańado. Entendí el significado de la seńal “camino cortado”. No una seńal oficial sinó una seńal de la propia naturaleza. El camino protegido por su “guardaespaldas” natural: árboles, lianas y cientos de plantas que luchan por un rayo de sol. Impresionantes fueron también los barrancos y las colinas. Sin duda, la jungla de montańa no tiene nada que ver con la del llano.

El guía luchó como un minero el día de paga, perdió el camino (o lo que quedaba de él), pero volvió a él macheteando la maleza. La vegetación era tan espesa que a veces pensaba: ya está, tenemos que volver, es imposible franquearla. Pero el guía no se rendía, se estaba ganando el sueldo. Cuando escupía palabrotas sabía o que habíamos perdido el camino o que sencillamente el camino había dejado de existir, había sido engullido por los bambús, las ramas, los árboles caídos... Durante los cuatro días siguientes hicimos solo 14 km. Estaba fascinado por ese hombre. Solo no hubiera hecho ni 1 km. Le seguía, admirando como se abría camino, aprendiendo de él.

Tuvimos algunos imprevistos como acampar sobre un hormiguero o la visita de una arańa en el interior de la tienda y otra en mi bota. Encontramos dos serpientes por el camino y nos perdimos durante una noche. También nos quedamos sin agua pero curiosamente tuvimos una tormenta con rayos y truenos en plena temporada seca. Por no contar las miles de picaduras de mosquitos, chinches, sanguijuelas y otros insectos varios. Toda la ropa rasgada y hecha jirones de los continuos enganches con la maleza. No vimos a ningún jaguar pero si sus huellas y escuchamos su silbido avisando de su presencia.

  Lo más bonito fue el hecho que durante ocho días no tuvimos contacto con ningún ser humano. Solamente nuestros pensamientos alrededor del fuego, rodeados de una naturaleza salvaje. Tranquilidad, calma, poder dormir con la música de los pájaros.

Precios en dolares australianos
pais dias alimento alojamiento pagado (numero) permisos, admisiones guias equipo compra, alquiler equipo y otras flete *transporte otro total
Bolivia 20.5 $314 (5) $20 $16 $407 $9 $15 $0 $17 $798
entrada de parque - $16
guía para 10 días - $404

 

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